lunes, 2 de marzo de 2009

Por que odio las calles en febrero

Preferí caminar que pagar una combi llena de gente sudada y acalorada. El sol, enemigo, fuente de alucinaciones o mero masoquismo mío. Camine. Desde lo lejos pude observar un pequeño umbral, ahí donde se pone la gente a vender en plena deportiva, pase los vende naranjas, los vende obnilife, opnilife o como sea, los vende fresas a 25 pesos, después de estos comencé a penetrar a una zona obscura, aterradora, muy efusiva, quise esquivarla, tomar otro camino, pero no había opción, era seguir o cruzar 5 carriles bajo el sol. Dude, si, dude, pero mi flojera era tal que solo aguante la respiración.

Daltónico no soy, pero el único color existente era el rojo en todas sus tonalidades, rojo carmesí, rojo sangre, rojo coca cola, hasta el rojo Valentino estaba ahí; esferitas, globos, llaveros, lápices, flores, almohadas, playeras con leyendas de “te amo”, “te deseo”, pura melcocha; que si el chocolate, el bombón, el peluche, desquiciantes bolas de felpa o pelusa, que me provocan alergia. Embolsadas con globitos y serpentina, anudadas con un moño gigante, listas para regalar.

Quería correr, pero no pude; quería caminar más rápido, pero no pude: quería tomar unas tijeras y liberar a los globos presos de un hilo, prenderle fuego al montón de chácharas y luego correr y perderme, pero no pude. Mi impotencia y frustración era enormes que me sentí derrotado, la mercadotecnia a ganado de nueva cuenta y me ha hecho vomitar, no lo hacia desde los tiempos en que RBD gobernaba el mercado.Ni por que los afganos aman las flores, ni por que a los varoniles les guste maquillarse, por eso odio caminar por las calles en febrero. Ahorita, creo que las combis, merecen mis respetos.