martes, 19 de enero de 2010

Encontré consuelo en mi cama.

Cerré los ojos, escuche mi respiración; mi pecho se encontró en una lucha constante con el colchón, acaricie con mi rostro una parte de él como acomodándome y sentí la yema de tú dedo recorriendo mi espalda, desde abajo hasta mi cuello y con tú mano siguió el recorrido tu cuerpo.

Tú respiración poseía mi ser, tú barba me hacia temblar sacando suspiros sin ningún pesar, tú calor, tú peso, todo en mi, poseyéndome. Voltee mi rostro, me tope con tus labios, cerré los ojos, me besaste…

Baje mi mirada al colchón, suspire de nuevo, y tus labios dibujaron en mi cuello dulzura, tus brazos jugaban con mi cuerpo y mis pies con los tuyos se entrelazaban. Me abrazaste. Retiraste mi cuerpo con el tuyo, y sin mirar tú rostro, me miraste, y entre juegos de manos delineaste mi figura expandiendo tú mano a mi trasero, formando curvas que te llevaron a mi vientre, jugueteaste mi ombligo, terminando en mi pecho. Me abrazaste.

… y me sentí protegido, deseado, amado. Cerré los ojos y tú recuerdo sigue en mi.