Era una niña que no sentía amor por la tierra,
su dolor y su tristeza se lo debía a ella,
vivía con la esperanza de un día encontrar la felicidad.
Buscaba por doquier
un hermoso lugar
donde no sintiera soledad,
buscó y buscó…
Y encontró el mar.
Sentía libertad,
podía reír,
podía soñar,
y sin fingir,
podía vivir.
Un día tubo que irse
y regresar a su triste vida,
no quería despedirse
pues sus momentos felices
fueron en el mar.
Pasaron los años
y aquella niña regreso al mar,
donde se sentía amada,
donde su risa era el eco de las olas
y su cabello la blanca espuma de la sal.
Regresó herida
de su vida en la tierra
sus llagas eran profundas
su sufrimiento fue eterno
y su cuerpo casi sin vida
se fundió en el mar,
dejando atrás su dolor terrenal
Ahora es una hermosa sirena que canta a su única madre.
1 comentario:
qué melancólico tu escrito...
La verdad es que a cualquiera le pasría si nos despojaran de la casa de nuestra infancia y nunca volverla a ver o saber que nunca será tu casa ...
pensar que el antiguo jardín de juegos estaría en manos de otros habitantes que ni cercanos a ti son...
esa melancolía me hizo sentir ....
un saludo y gracias por tu visita a mi jardín nocturno :P
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