Por: Alejandro de Jesús de la Cruz Rodríguez.
El hombre, ve en la sociedad la maravilla de vivir, pero la sociedad, paga con doble cara esa visión.
Nuestra inocencia no nos permite a veces, ver mas aya de lo que tenemos enfrente, solemos pensar que la tranquilidad de nuestra familia, de nuestra colonia, de nuestro poblado, es simplemente el mundo exterior.
Nos arraigamos a nuestros problemas personales y de ellos solo dejamos que más ríos nos ahoguen sin darnos cuenta. Pues el pensar que la sociedad, es el monstruo, más malévolo, al que debemos temer, es la forma más valiente que el ser humano pudiera emplear para defenderse, mas sin embargo esto no sucede.
Vulnerables a las noticias, a la prensa negra y a los malos informativos, a las cortinas de humo que solo siegan a la humanidad y le muestra una sociedad feliz, la cual esta muy lejos de existir. A todos eso males creados por ella se les debe de combatir.
El disfraz de una sociedad feliz debe ser desmantelado, pues no es por ser muy duro en contra de ella, por que yo igual pertenezco ahí, pero el fingir que somos felices dentro de una sociedad que se destruye, no es vivir honrosamente, más bien es vivir en las sombras de la perdición.
Y destrozando a la sociedad, nadie se queda atrás, desde los gobernantes, los sacerdotes, el policía, la señora que vende tacos, los abuelos y hasta yo ponemos nuestro granito de arena para que la sociedad se bañe de tragedias, se bañe de perdición, se bañe de sangre.
Es necesario que abramos los ojos, que pensemos y pongamos en marcha una renovación interior, por que el problema es global y no podemos combatirlo desde afuera, la enfermedad se ataca por dentro.
Cada uno debe esforzarse por mejorar, evitar los problemas, desde la casa hasta las corrupciones de la calle, pues a pesar de que hablamos de sociedad, el ser humano debe de comenzar consigo, por que el conjunto de ellos es la que la conforman.
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